Y DE DÍA
Confieso aquí
que la primera vez que visité Venecia
tuve el azucarado atrevimiento de masturbarme
en góndola. Y de día.
Con disimulo, sí,
mas excitado amanzanadamente ante la posibilidad
de ser visto por uno de los pocos nativos
o los muchos turistas.
Heroísmo o demencia -¿no son uno?- de juventud.
Actos eléctricos
que nos enorgullecen
con 20 años y nos avergüenzan -dicen- con 60.
Sigo en edad de furia.
Este verano viajo a Egipto.
El Nilo o las pirámides de Gizeh
-perdónenme los castos y otras momias-
habrán de conocer al animal puro animal que aún
habita en mí. Y de día.
Confieso aquí
que la primera vez que visité Venecia
tuve el azucarado atrevimiento de masturbarme
en góndola. Y de día.
Con disimulo, sí,
mas excitado amanzanadamente ante la posibilidad
de ser visto por uno de los pocos nativos
o los muchos turistas.
Heroísmo o demencia -¿no son uno?- de juventud.
Actos eléctricos
que nos enorgullecen
con 20 años y nos avergüenzan -dicen- con 60.
Sigo en edad de furia.
Este verano viajo a Egipto.
El Nilo o las pirámides de Gizeh
-perdónenme los castos y otras momias-
habrán de conocer al animal puro animal que aún
habita en mí. Y de día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario