FELIZ APOCALIPSIS


El mundo,
administrado por la humanidad
-qué cruz:
traga saliva, Jesucristo-,
es un jodido bus que se dirige
a más de 133
kilómetros
por hora
al precipicio de las rosas negras.
Cortad
los párpados:
no se precisa el grito ecologista
para advertir
el puto
advenimiento del Maligno. Coño:
que nos preocupan
la Champions,
los senos
siliconados de la actriz de moda
en Hollywood o mariconear
en facebook
más que la libertad del oso panda,
la descongelación
del Polo Norte
o el cáncer del ozono estratosférico.
Me cago en la ceniza.
No creo
en la existencia acuática de Dios:
boxeo con las olas.
Brindar
por la frenada al límite
o por el volantazo decisivo
que salven al planeta del desastre:
¿con qué champán?
Bye, bye, my love.
Se cuece
el rap del trueno.
Agárrense, cabrones.
Sin parapetos sobre la autopista.
Sin cinturones de seguridad.
Sin airbags.

Feliz Apocalipsis.
Qué hostia nos espera.

A LOS POETAS NO NOS GUSTA QUE NOS PISEN

............................a Eleanor Smith


Neil Armstrong,
nacido
al sur del lago Eire
(Wapaconeta, Ohio, 5 de agosto de 1930),
el astronauta más famoso de la Historia,
el comandante del Apolo 11,
jamás
dejó su huella
sobre el satélite nevado
que cada noche vela nuestros sueños.
¿La rosa desplumada por el rifle?
Teatro puro y duro:
el episodio
más sobrecogedor y alucinante
del siglo XX nunca
aconteció.
No desmaquillaré la gran mentira
a bofetadas
visuales
(que las fotografías
olviden el destello genital
de las estrellas o que nos presenten
banderas ondeantes
allá
donde no existe
el viento, poco importa).
No fundaré la tesis del montaje
en una táctica
política
de orden planetario
(que el inquilino de la Casa Blanca
-meando poderío-
quisiera
mostrarle al mundo la supremacía
del pueblo USA,
adelantándose
en la conquista del espacio
al pueblo URSS, resulta insustancial).
Seguro del amor,
arrojo
mis argumentos a favor del fraude,
más sólidos y limpios
-como constatará cualquier criatura
sensible a la belleza-.
1º) Las divinidades
no y no
tolerarían a ningún mortal
el acto descortés
de caminar por un lugar sagrado
sin antes descalzarse.
2º) En una sociedad
caballerosa, cool y futurista
-lo mismo que la yanqui de la época-,
le correspondería a una mujer
y no a un varón
el privilegio inaugural
y crístico
de mantenerse
en pie,
flotando entre los cráteres.
3º) Tras leer,
vivir y madurar
entre los brazos de Lord Byron,
García Lorca, Jaime
Sabines, Matsuo Bashō o Dylan Thomas,
me basta esta certeza:
a los poetas no
nos gusta que nos pisen
-subrayo-
a los poetas no
nos gusta que nos pisen

la Luna.

EL PUNTO ROJO. FUKUSHIMA


Tras el monstruoso
avance
informativo,
en entrevista urgente,
Hernández Luna,
Doctor
en Ciencias Físicas,
experto en energía nuclear,
bigote
a lo Charlot
-las bromas otro día-,
responde con frialdad
a la pregunta
primaria: -¿Cómo
actúa
la rabia atómica
en la naturaleza humana?
Chernóbil en la mente colectiva.
Nos habla del diluvio crematorio.
Del tren
de los estériles.
Del manicomio de las mutaciones.
De los galápagos
del cáncer.
Terror.
La fiesta del plutonio.
El arte de luchar contra las nubes.
Concluye así:
-Japón,
persígnate.
Que Dios riegue tus rosas.
La radiactividad
se abraza
al cuerpo
igual que una gorila
enamorada.
DEL ARTE CUTREPOP Y EL BLABLABLÁ


Afirma Oscar Wilde:
Que hablen de uno, aunque sea mal.
Con bofetada paranoico-crítica,
corrige Salvador Dalí:
Que hablen de uno, aunque sea bien.
Sencillamente: ¡mierda a la apatía!

Confieso, qué puñetas:
12 de marzo del 91 (en breve
entenderán por qué recuerdo el día
con fiebre pitagórica).
La casa de mis padres. Han salido.
En una misma habitación, 3 jóvenes
muy jóvenes miramos babeantes
un póster de Samantha Fox
(la diosa de la época).
Guardamos
silencio monacal:
verbalizar la fe, ¿con qué palabras?

Comienzo yo, qué toro.
Me siguen. Sí. Me siguen. Amistad
en ese masturbarnos
furiosos como aviones de combate.
Qué cracks.
Más bienaventurados, nunca, nunca.
Espíritus del monte.
Los más felices reyes que jamás
han galopado a lomos de las nubes.

En el instante del derramamiento
(qué sincronización,
trío de ases),
en el momento de la maravilla,
-agárrense, que viene el huracán-
abre la puerta (no Satán, peor)
la santa que me trajo en mala noche
al mundo. ¡Tierra, tráganos!
Vergüenza es poco. Para encañonarse
con un revólver magnum 38
y derramar la vida por el suelo.
¡Joder! ¡Qué copla!

2 décadas después, no existe whisky
que borre del cerebro aquella página
oscura como lunes o neumático.
Terrible.
Que tu progenitora te descubra
en la liberación
del animal que bulle
en tus entrañas. Y con los colegas.

Ya ven.
Nevó en Nigeria. Cosas del directo.
En estos tiempos de los contertulios
histéricos, del arte cutrepop
y de la anécdota
morbosa,
al menos, un consuelo, sí que sí:
eyacular delante de mamá
en compañía de los camaradas
es un magnífico
final
para un poema.

Magnífico. Y que hablen, ¡qué cojones!
¡Que hablen! Blablablá.