EL TIGRE DEL DESEO, NO LA ROSA 

Voy a negarme a la poeticidad
y a dedicarme a dar besos en prosa,
que el tigre del deseo, no la rosa,
está selvatizando la ciudad.

El verso sucio y la virilidad
son cuanto brindo a la mujer hermosa,
yo, el canto de la mala mariposa
que vuela hacia la puta libertad.

Al fuego de una vida licenciosa
y al triste don de la felicidad,
no aspiran los demonios a otra cosa.

Desnúdate, y abraza mi verdad:
me rindo al sexo, luz maravillosa
y no al amor, esa monstruosidad.

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