HAMBRE DE HOMBRE



la barca sabe a mar
igual que el glande del amado sabe a tierra
como quien ora
abro los labios para bendecirte

el fuego paternal y para derrotarte y para hacerte mío

un árbol o una nube
no valen el frescor de mi saliva sobre tus genitales
bostezo para ti
y soy en la rudeza de tus ingles un lobo que saluda

al dios de la naciente
Atenas

qué cerca yo del hambre en tu segundo corazón

qué cerca tú del alba en el anochecer de mi mandíbula

morder un pene es merendar arena

1 comentario:

David Vegue dijo...

Bravo todo tú. Hambre de tu eternidad es lo que tenemos los humanos. Sigue apareciendo como lobo que saluda a la aurora. La mejor manera de celebrarnos es cuando nos celebras. Queda claro también que al soneto le queda tanto por hacer como al hombre y a la mujer. Todavía hay mil de sus rostros que nos están esperando. Lo digo más claro, más alto imposible: hambre de tu eternidad es lo que tenemos. Que no cese ni un solo momento. Ayúdanos a salvarnos. Un beso, amor.